La labor que llevan a cabo nuestras Fuerzas Armadas allí donde son llamadas ha merecido el elogio, el reconocimiento y la gratitud de millones de personas
Alfonso USSÍA: Los soldados españoles llevan años en Afganistán jugándose la vida a diario a cambio de ninguna gloria. Así lo tienen asumido. Nuestras tropas están allí para ayudar a la quebrada sociedad afgana, sometida al poder de los fanáticos y los talibanes, esos asesinos de todo, hasta de Budas milenarios.
El contingente de tropas más numeroso y fuerte, el norteamericano, tiene otras misiones y diferentes órdenes. Puede atacar libremente si lo considera oportuno, en tanto que los españoles sólo pueden responder con las armas si son atacados. Nuestro Ejército en Afganistán cumple una misión de paz, de control y de apoyo al pueblo afgano, y el saldo de su trabajo y sacrificio ha sido y es extraordinario, según reconocen los altos mandos del Ejército de los Estados Unidos. Ochenta y ocho vidas españolas entregadas a la causa de la paz merecen más respeto.
Y escribo respeto, porque en el diario «El Mundo» se publican las manifestaciones de Hasán Rhamani, Hiq Matullah y Safi Kashohzada, conocidos en todo el orbe y de gran "prestigio" internacional. Cualquier noticia u opinión respecto a los Ejércitos del mundo o sus acciones bélicas o pacíficas carecen de valor si no están avaladas por Rhamani, Matullah y Kashohzada, especialmente éste último o última, y cuyo apellido, con sólo pronunciarlo, hace temblar al más curtido y animal de los talibanes.
Estas tres altas personalidades de la milicia afgana han coincidido en acusar a nuestros soldados de indolencia, y prefieren a los norteamericanos porque «atacan».
Habría que decirles a estos tres grandes estrategas afganos, que las tropas norteamericanas atacan porque esa es su misión, en tanto que las españolas e italianas cumplen estrictas órdenes de apoyo al pueblo afgano, reparto de alimentos a los necesitados, instalación de hospitales de campaña, controles para detectar movimientos de los rebeldes y talibanes y defensa de los indefensos.
Misiones mucho más arriesgadas, en ocasiones, que la simple acción de atacar.
En ese lío indescifrable del jeroglífico afgano, con insurgentes, rebeldes, fanáticos, talibanes y otra suerte de cabronazos que hacen la guerra por su cuenta, la misión de nuestras tropas no sólo es necesaria, sino imprescindible. Y se defienden cuando son atacadas como corresponde a todo contingente militar, sin olvidar que su misión fundamental es la de conseguir la paz en aquellas tierras habitadas por el odio, donde hasta las rocas de una y otra montaña se destrozarían mutuamente si oportunidad tuvieran.
La labor que han llevado y llevan a cabo nuestras Fuerzas Armadas allí donde son llamadas y reclamadas ha merecido el elogio, el reconocimiento y la gratitud de millones de personas en el mundo beneficiadas por su sacrificio. Afganistán, Iraq, la antigua y troceada Yugoslavia, Guatemala?
Nuestros soldados han dado, en nombre de España, sus vidas por la paz, y así resisten y cumplen con su deber todos los días.
Si los tales Rahmani, Matullah y Kashohzada no se sienten satisfechos con nuestras tropas desplegadas en Afganistán, muy dueños son de expresarlo, aunque mientan y caigan en la ignominia.
Tan dueños como yo para desearles que el día que se vayan nuestros soldados de allí, los talibanes les den por retambufa.
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