13 abril 2007

Las miserias de los ricachones

La novia de “Wolfo”, el marrón de Ana Palacio y la tormenta primaveral en la reunión del Banco Mundial


Los amos del Universo son de carne y hueso. La reunión de primavera del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional que se celebra este fin de semana en Washington va camino de convertirse en un plató de Salsa Rosa gigante, un banquete de chismes, un bisbiseo constante en las máquinas de café, en los pasillos, entre los ordenadores que dan los últimos retoques a las presentaciones, los informes y las invitaciones a los actos sociales.

Paul Wolfowitz, el hombre de los tomates en los calcetines, el ejecutivo al que le apretaban demasiado los zapatos, tiene un crudo conflicto de intereses.

Shaha Ali Riza, una británica de origen libanés, criada en Arabia Saudí, la novia de Paul Wolfowitz desde hace más de cinco años, está en boca de los 10.000 empleados del organismo internacional por una cuestión salarial.

Hay algo más que una discriminación razonable o positiva, un conflicto de intereses en toda regla, una mangonada, un trinconeo por la vía tan extendida del enchufe al más alto voltaje.

Fue enviada al Departamento de Estado, que comanda Condolezza Rice, pero su novio la embarcó con dos suculentas subidas de sueldo de modo que cada mes su salario supera al de su jefa. 143.000 euros del ala gracias a distintos empujones pecuniarios aplicados directamente por su enamorado.

El gran marrón lo tiene Ana Palacio, que se encarga del departamento legal de la institución. La ex ministra fue nombrada por Wolfowitz y ahora debe investigar qué ha ocurrido con la actuación de su jefe directo. Para ello ha contratado los servicios de un conocido bufete de abogados, embarcado también en la investigación de situaciones de nepotismo en países receptores de créditos del Banco Mundial.

Riza, la novia de “Wolfo”, ha forzado una reunión de urgencia de los 24 directores que representan los 184 países miembros del organismo. Algo que sólo ocurre para los grandes eventos, para las grandes decisiones. “Wolfo” ha admitido sus errores. Sólo falta que dimita.

Wolfowitz es uno de los padres de la ideología neocon, un puritano reconocido, que había iniciado una compaña contra la corrupción entre los países que reciben créditos el Banco Mundial. Suele ocurrir, con la mano derecha eres el látigo de la mentira, el defensor de los rectos principios, el bienhechor de los pobres, pero cuando las ideas se fraguan en la zona de la bragueta deviene el desastre. Así ha sido. Pensar con las partes bajas tiene estas cosas.

Que Wolfowitz se eche una novia, que abandone a su señora de toda la vida, a Clare Selgin, tras más de 30 años de matrimonio, es algo normal y posible en determinadas carreras. Como diría el clásico, ocurre en las mejores familias, pero de ahí al tráfico de influencias, a meter la mano en la caja de las decisiones y hacer de su cargo un sayo, hay mucho más que un salto en el vacío.

”Wolfo” tiene que encontrar poderosos argumentos para explicar la “trasgresión de forma onerosa” de la que le acusa la Asociación de Empleados del banco.

Salsa Rosa, Corazón Corazón y otros programas tienen este fin de semana si quieren carne fresca en la reunión del Banco Mundial y el FMI en Washington. Reunión de primavera, con las hormonas dislocadas.

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