Cuando los horteras se enriquecen

Condenan a Marisol Yagüe a pagar un millón de euros al constructor que le instaló una bañera de burbujas musical

Marisol Yagüe, ex alcaldesa de Marbella, ya tiene una condena firme en su currículo delictivo. Implicada en la operación Malaya por malversación, cohecho, maquinación para alterar el precio de las cosas y demás tropelías, tendrá ahora que pagar hasta el último céntimo, según sentencia judicial, al constructor Alberto Piñana, al que encargó las reformas de su mansión.

El coste total de los caprichos de la que fuera tercer edil de Marbella tras Jesús Gil y Julián Muñoz asciende a cerca de un millón de euros. Con los intereses devengados por el año y medio de impago tras la denuncia interpuesta por el constructor, la cantidad que la jueza le obliga a pagar es de 949.926,77 euros. A partir del 4 de abril, fecha de la sentencia, Yagüe tiene cinco días hábiles para presentar el recurso que va unido al deposito de la deuda pendiente.

La otra posibilidad legal es pasar página y liquidar directamente la cantidad a Piñana a través del Juzgado de Primera Instancia numero 5 de Marbella. Hay una tercera vía que sería la de no resolver la deuda. Si esto fuera así, la casa saldría a subasta.

Esta última opción preocupa al constructor porque considera que la ex alcaldesa podría utilizar alguna persona de su confianza para que pujara y así quedarse con la vivienda. No hay que olvidar que tiene embargadas cuentas y bienes por su implicación en la trama de corrupción urbanística que ha instruido el juez Torres. Por lo tanto, y según ha declarado en varias ocasiones, no dispone de esas cantidades de dinero.

Hidromasaje de ensueño

La llamada Chanel dos –Isabel García Marcos era la Chanel número uno al ser, según las reclusas de Alhaurín, “la más fina”- no tuvo inconveniente en gastar a manos llenas. En el momento en el que decidió renovar su villa era la ‘todopoderosa’ alcaldesa de Marbella arropada y cobijada por Juan Antonio Roca, el cerebro de la trama Malaya. La prepotencia era el pan de cada día. Por eso no sorprendió que en el juicio declarara que, efectivamente, no había pagado ninguna certificación porque en realidad lo que ella quería era una reformita de nada.

Aseguró que había sido el constructor el que un buen día, decidido acudir a la casa de la que hasta ese momento era su amiga y aquejado de una locura transitoria, ordenara a los obreros tirar tabiques, reemplazar la carpintería pinomiel por una maciza con rotura de punto térmico, cambiar azulejos, disponer en el zócalo del salón de doscientos puntos de luz, colocar mármoles a 240 euros el metro cuadrado donde antes había baldosín de gres o sustituir la bañera Roca de toda la vida por una de hidromasaje de dos plazas con luz, música y mando a distancia.

Este hidromasaje, valorado en 9.000 euros con el correspondiente descuento del 35% que le hizo Piñana por la amistad que aquel momento mantenían, tenía como curiosidad que, dependiendo de la intensidad de las burbujas, aumentaba o disminuía el volumen de la música. Por ejemplo, si alcaldesa se bañaba a ritmo de galerna el tema musical se podía escuchar casi en el propio Ayuntamiento. Así se las gastaba la alcaldesa coplera. Ahora está deprimida.