25 febrero 2008

1408

Mike Eslin es un escéptico escritor famoso por desacreditar, a golpe de best-seller, los sucesos paranormales en cementerios y casas encantadas. Atormentado por los problemas, se vuelca en el trabajo para intentar superar su fracaso matrimonial y la terrible pérdida de su hija. Cuando se entera de que hay una habitación embrujada en el Hotel Dolphin, decide que puede ser un buen final para un libro. El gerente del hotel intenta impedirlo, pero ya es tarde: Eslin va a pasar la noche en la 1408.

"1408" es el número de la misteriosa habitación de hotel donde se ambienta un relato sonoro escrito por Stephen King y publicado en 2002 como parte de la colección de libros "Everything's Eventual". Matt Greenberg, especialista en el género de terror (Halloween: H20. Veinte años después), encabezó el equipo de guionistas para la adaptación al cine, mientras que la dirección fue cosa de Mikael Håfström. El cineasta sueco entró por la puerta grande en Hollywood con una nominación al Oscar por su película de habla no inglesa "Evil" y después llegaría "Sin control", su primer proyecto americano. En "1408" Håfström no ha querido abusar de los efectos visuales y ha añadido un final inédito en la historia.

El reparto está encabezado por John Cusack, que vuelve a un papel protagonista tras "La cosecha de hielo". En "1408" vemos a un Cusack atormentado y deprimido, que dista mucho de su faceta más intrigante (El jurado) o divertida (Alta fidelidad). Otro de los destacados es Samuel L. Jackson (Regreso al infierno), con un papel secundario que cobra importancia en la película. Con ellos, Mary McCormack (Madison).

Crítica

A Mikael Hafström le privan los tiovivos. Siente inclinación por los personajes empujados sin red a la inmensidad del vacío, desposeídos del control sobre su destino y asediados por la claustrofóbica excepcionalidad de las circunstancias. En el interior de ese campo semántico se movía la muy prescindible "Sin control": un infeliz cualquiera (Clive Owen) se veía atrapado en la descomunal trufa perpetrada por un sinvergüenza con pocos escrúpulos que lo situaba al borde mismo del abismo. "1408", enésima adaptación del enésimo exitazo editorial de Stephen King, perfila un itinerario semejante, no en las formas sino en el fondo: un escritor descreído se dispone a poner el pie en una diabólica habitación de hotel de la que nadie sale de una pieza convencido como está de la cristalina dimensión del engaño. Una vez dentro de la misma pierde el control de su presente, de su pasado y, por supuesto de su futuro, arrojado sin paracaídas al interior de una pesadilla multiforme cuyo significado basculaentre el caos derivado de la mutación constante de la realidad tangible y el terremoto, no menos intenso, operado en el oscuro túnel de su subconsciente.

Hafström consigue, y ese es el gran activo de la propuesta, que el suspense se mantenga vivo y coleando a lo largo y ancho de cien minutos de celuloide razonablemente angustiosos dentro del angosto espacio delimitado por las cuatro paredes de la condenada estancia. Cusack/Enslin circula por los raíles de una montaña rusa que vuela por los aires su natural escepticismo. Si bien cualquier espectador mínimamente avispado se olerá la tostada circense (hasta cierto punto) del desenlace, la propia velocidad punta del viaje legitima la contundencia de un guión de los que arrastran sin dejar tregua ni respiro. "1408" no es nada más, ni quiere serlo, que una respetable película de palomitas para buenos gourmets del suspense sin vísceras ni fantasmas de tez blanca, una de esas películas que juegan con oficio con la ductilidad de las apariencias, donde absolutamente nada es lo que parece (o sí) y que, mérito a Hafström, dignifica el modelo de suspense en el interior de lata de sardinas (con la inestimable colaboración de un John Cusack enfrentado a uno de los retos interpretativos más exigentes de su irregular carrera). De todas todas un paso adelante del cineasta suecorespecto a sus tropiezos precedentes.

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