España ya no es Europa (ni se le parece)
Es el gran éxito, la gran hazaña, de Rodríguez Zapatero: ha conseguido que un país que hace poco más de seis años se había posicionado como una de las naciones más influyentes y una de las economías más prósperas del mundo desarrollado, ahora sea la cola de Europa para todo, en lo económico y en lo político, y curiosamente siga los mismos pasos, en este caso de sumisión y no de colaboración, con la administración Obama que dio el anterior Gobierno con la administración Bush y nos estemos implicando como auténticos cobayas del Ejército Norteamericano en una guerra, la de Afganistán, que no es ni más legal ni más justa que la de Iraq, y para colmo sin que eso suponga ningún tipo de ventaja económica ni trato preferencial hacia España por parte de Washington, como sí ocurrió entonces.
Mantener aquel estatus no era muy difícil, bastaba con hacer las reformas necesarias para que la economía siguiera creciendo y, sobre todo, no se desplomara en una fase baja del ciclo, y congeniar esas reformas con una política exterior huidiza de gobiernos antidemocráticos y dirigida a reforzar la colaboración transatlántica al tiempo que se afianzaba la nueva posición privilegiada en Europa. En lugar de eso, en su primera legislatura Rodríguez optó por la inoperancia en lo económico y el aislamiento en la política exterior, evitando las reformas y estrechando lazos con países muy poco fiables como todos los que orbitan alrededor de la pesudo-democracia del Mono Chávez en Venezuela.
¿Algún cambio en la segunda legislatura? Para nada. Instalados en la recesión, el Gobierno sigue optando por huir de las reformas y se limita a la política de parcheo para salvar una crisis imposible, y si daba la sensación de que tras el cambio de inquilino en
No solo eso, sino que encima Rodríguez parece empeñado en asemejarse a alguno de los tiranos a los que admira a base de perseguir a la oposición y enjaular a políticos del PP a los que ofrece como carnaza veraniega a las hambrientas televisiones, esposados y violados sus derechos constitucionales, mientras en la misma isla en la que Interior ordena la caza de brujas de políticos del PP, a Rubalcaba se le escapan los terroristas y colocan nuevas bombas en bares y restaurantes. Apoteósico. Espeluznante, diría más bien.
Este país es una farsa, una cuchufleta de feria comandada por un indocumentado incompetente solo obsesionado por su permanencia en el poder, no sea que dentro de dos o tres años se quede sin sus veraneos en el Palacio de
El viernes, víspera de
Y el paro es una auténtica desgracia para una economía porque implica necesariamente una contracción del consumo –como ha puesto de manifiesto, de nuevo, la tasa negativa del IPC en julio- que retrasa aún más el crecimiento.
En Galicia existen sitios que parecían imposibles: poco –por no decir nada- turismo, playas casi vacías, gente encantadora y buena gastronomía. De las cuatro características, sigue conservando tres, pero las playas ahora están llenas, aunque no de turistas sino de propios, y eso solo se explica porque la gente no se ha ido de vacaciones y se ha quedado a pasar el verano en su lugar de residencia habitual, gente de los pueblos de alrededor, de incluso algo más lejos, que aprovechan las horas de luz de las largas tardes del verano para disfrutar de un rato de sol y playa.
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