19 julio 2007

Marujeos de la Telebasura

Los lapsus de Tárrega y las luchas en el barro de Patiño

@Nacho Gay - 19/07/2007




Últimamente se han puesto de moda las frases célebres. No importa que uno no haya leído nada de Voltaire o Goethe, lo realmente imprescindible para estar en la onda es memorizar un par de máximas con enjundia y utilizarlas de prestado y por doquier, metiéndolas con calzador en cualquier conversación. Como dijo Confucio...

Los programas del cuore, máximo exponente de la posmodernidad, están intentando adaptarse a esta nueva tendencia. A su ritmo, eso sí. De momento, se las inventan: “La credibilidad es algo que no se compra en el Corte Inglés” (Pipi Estrada, el viernes en Dónde estás corazón).

Otros más rigurosos citan la fuente, pero en lugar de inspirarse en la prosa cervantina lo hacen en el verbo acerado de alguna poetisa contemporánea: “Como dice Ana Obregón, comerse un yogurín de vez en cuando le arregla la vida a cualquiera” (Emilio Pineda, el martes en Está Pasando). Y hay alguno que, sin saberlo, está sentando escuela: “No hay mejor dieta que el hombre de tu vida, que estás loca por él aunque no te des cuenta, ante la aborigen y tal, te diga que te deja” (Cristina Tárrega, mujer aborigen sumida en una vorágine -que es lo que ella quería decir- de ideas).

Con la llegada del periodo estival, los programas dedicados a la crónica social, con o sin frases celebérrimas, han dado un golpe de estado y se han hecho definitivamente con el grueso de la programación. O lo tomas o lo dejas. Y si lo tomas lo acabas cogiendo el punto, porque la televisión de nuestro tiempo es pura chabacanería, un invento “que permite que seas entretenido en tu salón por gente que nunca tendrías en casa” (David Frost, presentador británico). Como pueden observar, El Confidencial también está en la onda.

El problema fundamental surge cuando ellos mismos, los que nos han de entretener, no entienden cuáles son sus verdaderos menesteres. Y eso le pasó el otro día a María Patiño, que dio la espantá en Dónde estás corazón cuando los espectadores nos empezábamos realmente a divertir. María es de esas periodistas torpes que suelen morder la mano de aquellos personajes que le dan de comer; una de esas alcahuetas que reprochan a los famosos que se sienten frente a ellas a contar sus miserias. Pero el pasado viernes, Bárbara Rey -más bárbara que nunca- se encargó de cantar las cuarenta a la joven periodista, que esa noche jugaba sin cartas.

Ante las repetidas embestidas de la 'mujer-yugular', Bárbara no se achantó, sacó las garras -con razón se casó esta señora con un domador- y amenazó a su interlocutora con contar algún que otro detalle de su vida privada. Patiño no tuvo más remedio que darse a la fuga, por miedo a sabe Dios qué, y entonces soltó su frase para la historia: “Hay una cosa que mis padres me enseñaron desde pequeña, que es la dignidad [ejem, ejem], como si no cobro este programa, [...] que esta señora continúe con el show, pero María Patiño, que ayer se acostó muy tarde para preparar esta entrevista, se marcha del plató”.

Por fin los programas del corazón comienzan a ser verdaderamente entretenidos, ahora que un afortunado golpe de viento está cubriendo de mierda a los contertulios chafarderos. Jorge Javier Vázquez en el Europride enseñando la 'raja del tomate', Patiño en el coso de Antena 3 rebozada en harina por Bárbara Rey... Y es que no hay dicho popular más célebre que aquel que afirma que todo lo que va siempre vuelve (anónimo).


Lo que hay que ver

Si vuelve a ir Bárbara Rey a algún programa del cuore, no se preocupen que nosotros les avisamos. Mientras esto no ocurra, eviten cualquier espacio de esa naturaleza y entréguense al cine, aunque sea con publicidad de por medio, qué le vamos a hacer. El viernes, en el contenedor ‘Hazte un cine’ (2:00) Cuatro emite Mediterráneo, estupenda comedia italiana de Gabriele Salvatores que ganó el Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa en 1991. Y el martes que viene, a horas menos intempestivas (22:00), La Primera apuesta por un western de John Ford, El sargento negro, en su espacio retrospectivo ‘Inolvidables del cine’.

Y recuerden que siempre pueden apagar el aparato y seguir los consejos de Groucho Marx: “Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro”. ¡Toma frase célebre!

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