05 junio 2007

Hablemos de sexo

El sexo: ¿una carrera hacia el orgasmo?


¿Cuál es el patrón de ‘relación sexual’ considerado normal en nuestra sociedad? La mayoría de las personas hablan poco de su vida erótica con los demás. La conversación sincera sobre la vida erótica, y sobre todo, sobre los problemas en los encuentros eróticos, es bastante escasa especialmente entre los hombres. En muchos casos, el deseo de ajustarse a lo que “se considera normal”, dificulta la comunicación abierta en temas de sexualidad.



Debido a esta falta de información fidedigna, a la falta de educación sexual, etcétera, las personas de nuestra sociedad realmente desconocen las costumbres eróticas del resto de la población.



¿Cómo es la vida erótica de las personas y las parejas de nuestra sociedad? ¿De dónde vienen nuestros conocimientos al respecto? ¿Acaso podemos ver lo que hacen las demás personas y las demás parejas? No lo sabemos pero lo suponemos, basándonos en los conocimientos que obtenemos de diversas fuentes.

Una de estas fuentes es la televisión. En la televisión podemos observar gente manteniendo encuentros eróticos. Desgraciadamente las relaciones que nos muestra la ‘caja tonta’ no se libran de estereotipos y mitos. Es más, están plagadas de ellos. Vemos constantemente el mismo tipo de encuentro erótico dentro de un mismo patrón de relación de pareja. Esto es, pareja joven, heterosexual, que realizan unas caricias preliminares más o menos extensas y que, acto seguido, pasan al coito: la relación sexual por excelencia.

Por lo tanto, la televisión nos muestra o nos insinúa cómo debe ser todo encuentro erótico: unas caricias para poner a tono y se pasa a los genitales. Luego se penetra (el hombre penetra), y todo debe acabar en orgasmo (de ambos). Siempre lo mismo. Un inicio, un medio, un fin, un objetivo.

Una gran variedad de juegos

Desgraciadamente la televisión no suele mostrarnos una gran variedad de juegos que forman parte de la vida erótica de las personas (en especial las parejas la que mantienen más rica y satisfactoria) tales como los juegos eróticos no coitales y no genitales (besos y abrazos prodigados a lo largo del día, bromas y juegos), las caricias sin coito, los masajes sensuales, la masturbación en soledad o con la pareja como complacido espectador o espectadora, la masturbación mutua con las manos, la masturbación con el cuerpo del amante o la amante (abrazándose y frotándose con el otro cuerpo o con parte del mismo), la masturbación mutua con juguetes como vibradores, la masturbación oral (con la lengua o los labios), el coito prolongado (coito realizado durante un largo espacio de tiempo y donde la parte fundamental la juegan las caricias no genitales, y que no tiene como fin último el orgasmo, sino el disfrute de las sensaciones), las fantasías e imágenes eróticas que proyectadas en la cabeza de los amantes añaden placer y sabor al encuentro real…

Muchos de estos juegos no incluyen los genitales. Tampoco el orgasmo, ni lo tienen como fin. Incluso otros, como las fantasías, ni siquiera incluyen el cuerpo. Sin embargo, no dejan de ser muy placenteros y hacen disfrutar tanto o más que el ‘tradicional’ coito.



Erróneamente tales juegos eróticos se han considerado inmaduros, sustitutos del coito, de menor ‘calidad’, incompletos, o un “preliminar” de “lo que debe ir a continuación”.



Por otra parte, el coito en muchas parejas también se realiza siempre de la misma manera: en el mismo sitio (casa), en el mismo lugar (cama), a la misma hora (noche), los mismos días (fines de semana es lo más frecuente) con la misma postura (hombre encima), con el mismo esquema de caricias (se acarician las mismas zonas), dedicando el mismo tiempo a las caricias de cada zona, y haciéndolo más o menos en el mismo orden, con los mismos roles de pareja (hombre activo que inicia la relación, mujer pasiva que recibe las caricias)… Y, por supuesto, sin usar fantasías durante el mismo (es decir, ni él ni ella pueden estar pensando en otras personas, o estar imaginándose en otras situaciones, o estar imaginando que están haciendo otra actividad distinta…).

Una concepción de la erótica centrada en un fin (el orgasmo) a través de un único medio (el coito) puede producir una presión excesiva por “rendir” y “lograr ese objetivo” (orgasmo mutuo), a través de una “ejecución óptima” del coito. Nos encontramos en este caso con “una carrera”, donde además hay una meta, y hay que llegar a la misma de la manera más rápida o más óptima.

De esta forma, las caricias, en lugar de ser fuente de placer y disfrute (gratificantes por sí mismas, y realizadas por el placer de realizarlas o recibirlas), se convierten en un medio para lograr o producir el orgasmo. El encuentro erótico adquiere un cierto patrón mecánico: te acaricio para lograr tu excitación (la erección o la lubricación), y excitarme luego yo también rápidamente, y así poder realizar un coito, y buscar un orgasmo.

Pero podemos concebir el encuentro erótico como un paseo. Un paseo que no siempre tiene que llevarnos al mismo sitio, ni siguiendo la misma ruta. La gracia reside en que de vez en cuando conocemos sitios nuevos, caminamos por lugares distintos, y no tenemos que llegar a ningún lado, simplemente disfrutamos del camino y luego ya se verá.

La realidad es que el orgasmo no debe ser considerado el fin o el objetivo de la relación erótica, sea o no genital dicha relación. El orgasmo puede darse en un momento dado o no, pero también se puede disfrutar sin orgasmo, también se pueden dar goce y placer sin él. El único fin de un encuentro erótico es disfrutar, dejarse llevar por las sensaciones agradables, la compañía de otra persona, el placer de tocar y ser tocado, el gozo del contacto con otra piel... El orgasmo no es imprescindible, ni tampoco el coito, ni siquiera los genitales han de ser siempre los “invitados estrella” de la fiesta.

El cuerpo de la otra persona, y nuestro propio cuerpo, es una fuente de placer en su totalidad. Desde los cabellos de la cabeza a los dedos de los pies. Los genitales son sólo una de las muchas zonas que pueden producir placer. El cuerpo es como el mundo entero, podemos visitar siempre las mismas ciudades, o podemos disfrutar cada día de una zona distinta, o de unas zonas distintas.

Recuerde que tener el cuerpo entero para disfrutar y aprovechar sólo una parte (los genitales) es como tener el mundo entero para viajar, y no salir nunca de nuestro pequeño pueblo. Tal vez nos estemos perdiendo muchas cosas.

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